Estaba
segura de que no me estaba inventado aquello, de que lo había escuchado en algún
lugar.
Corría
un caluroso día de febrero mientras se reunían en el bar del pueblo, como cada
domingo, aquellas personas cuya única intención era la de mitigar el cansancio
de toda una semana; la de vomitar todo
lo que afligía y cansaba, todo el tedio, toda la angustia, toda la desesperanza
y la apatía. Como un ritual: “Jose, pon tres cañas y una copa”, y las que iban
a ser solo tres jamás eran tres, porque a pesar del agotamiento y de las
obligaciones, aquellas personas que cada domingo se convertían en tu familia, conseguían que todo lo que no sucedía entre
esas cuatro paredes diese igual. Y daba, créame, incrédulo lector.
-No,
te equivocas. Las niñas que hay en aquellas casas, siete u ocho, prestan sus
servicios sexuales a quienes están dispuestos a pagar por ellos, pero primero
se aseguran de que sea así. Te esperan, eso sí, sentadas alrededor de la mesa camilla
e intentan conquistarte. En realidad, eres tú quien las conquistas a golpe de talonario.
A
mí siempre me había desencantado ese mundo; no entendía cómo se puede traficar
con algo tan puro, natural y bello como el cuerpo de una mujer. No suelo fiarme
de quienes recurren al sexo como compra para satisfacer sus necesidades, a
veces, vitales. Supongo que todo lo que se compra es porque está dispuesto a
venderse. Ocurre también con los sentimientos, no solo con el sexo.
Absortos
en aquella conversación seguían, en dos mesas dispuestas para ocho personas, aquellos
cuatro jóvenes. La tarde empezaba a
caer, a diferencia de la conversación, que siempre subía. El ambiente invitaba
a quedarse allí y a olvidarse, por unos segundos, de lo mezquino del mundo y de
las personas; de la mediocridad de la existencia, pero a las cinco menos veinte
llegó ese aviso que anuncia el “por hoy ya es suficiente; vuelvan a sus casas y
sigan, amablemente y con disposición, el curso de toda la semana. Les
esperamos, como cada domingo, en esta barra donde, siempre, encuentran consuelo
las almas atormentadas”.
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