Llevo desde esta mañana, 29 de marzo de 2021, sin luz en casa. Creía que había sido un problema generalizado en todo el edificio, pero me confirman mis vecinos que no.
El electricista me dice que en el contador ha sucedido una cosa muy extraña. Intento entenderlo, pero mi poco (inexistente) conocimiento sobre electricidad me lo impide. Deja a un lado los tecnicismos y me dice:
“¿Ves ese cable gris y el azul? Uno es positivo y otro negativo. Deberían estar separados, pero no sé por qué están juntos. Vamos, que parece que no quieren desligarse”.
Alzo la vista para mirar el contador y nos veo a nosotras, María. La vida nos representa a través de la unión de dos cables que, a pesar de “tener que distanciarse”, se resignan y luchan por seguir juntos.
Es por eso por lo que la oscuridad se ha apoderado ahora de este hogar que muchas tardes y noches también fue el tuyo. Son casi las 17:00 de la tarde y desde las 08:00 no soy capaz de ver, voy tropezando con cada mueble, con cada objeto y, del mismo modo, con cada recuerdo. Y aquí estoy, de nuevo, esperando. Esperando a que vuelva el electricista para hacer que cada cable vuelva al lugar que le corresponde y se haga la luz. Cuando esto ocurra, seguirá un cable al lado del otro y, aunque “ya no estén abrazados”, la luz volverá a reinar y a llenar cada espacio de esta casa.
Tú y yo seguiremos, como ellos, una al lado de la otra, en nuestra pequeña cajita de luz. Y tú,
seguirás alumbrándome siempre con el brillo de una sonrisa que vivirá conmigo eternamente.
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