No
tuve hermanos pequeños, lo que me obligó a medir
el paso del tiempo con mis sobrinos. Esta tarde, por ejemplo, hablando con Gerardito– para mí siempre será Gerardito– me he dado cuenta de lo
efímero que es el tiempo. Le he pedido que bajase a casa de la abuela –mi madre– y
me ha contestado: “no puedo, estoy trabajando”, y seguidamente me ha mandado una
foto para corroborar que era cierto lo que estaba diciendo. Se me ha vuelto a
encoger el corazón. Le he dicho que no quiero y le he enviado algunos
emoticonos llorando; me ha
contestado: “jajajajaja”.Yo no me río.
Parece
que fue ayer cuando, como yo con mis hermanos, estaba pegado a mí como una lapa todo el santo día: “tita puedo ir contigo a…”; “tita me
compras…”. Ahora es mi pequeño aliado, mi noble y fiel confidente, pero las
formas han cambiado. Ahora es: “eeeeeeeh, Mabel”, igual que “Elena” a su madre,
y “Dolores” a su abuela, de modo que cuando de esos labios adolescentes vuelven
a salir las dos sílabas que tanto pronunciaba en la infancia, a mí me vuelve a
brillar el alma. Siempre.
Parece
que fue ayer cuando fui a verte al hospital. Yo, al ver una boca tan despoblada de dientes, dije: ¡jo!, mira
qué encinas tiene. Sí, parece que fue
ayer, Gerardito. También parece que
fue ayer cuando te engañamos y envolvimos una caja de pizza y te hicimos creer
que los reyes te habían dejado en casa de la abuela un scalextrix. Cuando
saliste al patio allí estaba la moto a batería que tanto deseabas. Parece que
fue ayer, también, cuando dormíamos en el suelo en verano y hacíamos enfadar al
abuelo con el ruidito que emitían nuestras espaldas al chocar, ¿te acuerdas?, O
cuando te rompiste la tibia y el peroné y me dolió más a mí que a ti.
Parece
que fue ayer, pero no. Parece que fue ayer y han pasado, ya, casi dieciocho
años.
No
crezcas más, Gerardito. No crezcas más.
Hoy,
precisamente, que “tú no puedes volver atrás/ porque la vida ya te empuja”.
Hoy, precisamente, que leo Palabras para
Julia de J. A. Goytisolo.
Tú
no puedes volver atrás
porque
la vida ya te empuja
como
un aullido interminable.
Hija
mía es mejor vivir
con
la alegría de los hombres
que
llorar ante el muro ciego.
Te
sentirás acorralada
te
sentirás perdida o sola
tal
vez querrás no haber nacido.
Yo
sé muy bien que te dirán
que
la vida no tiene objeto
que
es un asunto desgraciado.
Entonces
siempre acuérdate
de
lo que un día yo escribí
pensando
en ti como ahora pienso.
La
vida es bella, ya verás
como
a pesar de los pesares
tendrás
amigos, tendrás amor.
Un
hombre solo, una mujer
así
tomados, de uno en uno
son
como polvo, no son nada.
Pero
yo cuando te hablo a ti
cuando
te escribo estas palabras
pienso
también en otra gente.
Tu
destino está en los demás
tu
futuro es tu propia vida
tu
dignidad es la de todos.
Otros
esperan que resistas
que
les ayude tu alegría
tu
canción entre sus canciones.
Entonces
siempre acuérdate
de
lo que un día yo escribí
pensando
en ti
como
ahora pienso.
Nunca
te entregues ni te apartes
junto
al camino, nunca digas
no
puedo más y aquí me quedo.
La
vida es bella, tú verás
como
a pesar de los pesares
tendrás
amor, tendrás amigos.
Por
lo demás no hay elección
y
este mundo tal como es
será
todo tu patrimonio.
Perdóname
no sé decirte
nada
más pero tú comprende
que
yo aún estoy en el camino.
Y
siempre siempre acuérdate
de
lo que un día yo escribí
pensando
en ti como ahora pienso.