lunes, 1 de mayo de 2017

Cronopio

Hoy, J.M.M., más conocido como M., matemático y natural de San Francisco de Olivenza, me ha invitado a participar como miembro en un grupo que ha creado en Facebook llamado Yoknapatawpha- condado ficticio situado al noroeste del Misisipi, en el que trascurren varias novelas de William Faulkner-. El grupo nace con la pretensión de convertirse en un espacio para los “amantes de la literatura con enlaces, consejos y curiosidades sobre el apasionante mundo de los libros.” Estupendo.

A pesar de haber sido creado ayer, ya hay algunas referencias literarias. Una de ellas a un pequeño cuento de Cortázar, “Viajes”,  de Historias de Cronopios y de Famas.

Yo soy de las que piensa que la curiosidad nunca mató al gato, y si así fuera yo ya estaría bajo tierra. Leyendo algunas de estas breves historias y buscando un poco de información, se puede deducir quiénes y cómo eran los Cronopios, seres que junto a los famas y esperanzas protagonizan estos relatos.  

De estos tres seres que habitan los mundos de Cortázar, yo sería, sin duda, una auténtica cronopia, ingenua, idealista, desordenada, sensible y muy poco convencional.

Comparto aquí una de las historias breves que he leído esta tarde. Cortázar nunca deja de sorprender(me):

Tristeza del cronopio

A la salida del Luna Park un cronopio advierte que su reloj atrasa, que su reloj atrasa, que su reloj. Tristeza del cronopio frente a una multitud de famas [que remonta Corrientes a las once y veinte y él, objeto verde y húmedo, marcha a las once y cuarto. Meditación del cronopio: «Es tarde, pero menos tarde [para mí que para los famas, para los famas es cinco minutos más tarde, llegarán a sus casas más tarde, se acostarán más tarde. Yo tengo un reloj con menos vida, con menos casa [y menos acostarme, yo soy un cronopio desdichado y húmedo.» Mientras toma café en el Richmond de Florida, moja él cronopio una tostada con sus lágrimas [naturales.



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