Hoy,
J.M.M., más conocido como M., matemático y natural de San Francisco de
Olivenza, me ha invitado a participar
como miembro en un grupo que ha creado en Facebook llamado Yoknapatawpha-
condado ficticio situado al noroeste del Misisipi, en el que trascurren varias
novelas de William Faulkner-. El grupo nace con la pretensión de convertirse en
un espacio para los “amantes de la literatura con enlaces, consejos y
curiosidades sobre el apasionante mundo de los libros.” Estupendo.
A
pesar de haber sido creado ayer, ya hay algunas referencias literarias. Una de
ellas a un pequeño cuento de Cortázar, “Viajes”, de Historias de Cronopios y de Famas.
Yo
soy de las que piensa que la curiosidad nunca mató al gato, y si así fuera yo
ya estaría bajo tierra. Leyendo algunas de estas breves historias y buscando un
poco de información, se puede deducir quiénes y cómo eran los Cronopios, seres que junto a los famas y
esperanzas protagonizan estos relatos.
De
estos tres seres que habitan los mundos de Cortázar, yo sería, sin duda, una auténtica
cronopia, ingenua, idealista,
desordenada, sensible y muy poco convencional.
Comparto
aquí una de las historias breves que he leído esta tarde. Cortázar nunca deja
de sorprender(me):
Tristeza del cronopio
A
la salida del Luna Park un cronopio advierte que su reloj atrasa, que su reloj
atrasa, que su reloj. Tristeza del cronopio frente a una multitud de famas [que
remonta Corrientes a las once y veinte y él, objeto verde y húmedo, marcha a
las once y cuarto. Meditación del cronopio: «Es tarde, pero menos tarde [para
mí que para los famas, para los famas es cinco minutos más tarde, llegarán a
sus casas más tarde, se acostarán más tarde. Yo tengo un reloj con menos vida,
con menos casa [y menos acostarme, yo soy un cronopio desdichado y húmedo.»
Mientras toma café en el Richmond de Florida, moja él cronopio una tostada con
sus lágrimas [naturales.
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