domingo, 24 de diciembre de 2017

El número 24 me es fatal

Es curioso cómo la vida se compone del pequeño acontecer de cada día y cómo hay días señalados en el calendario que se imponen como un castigo. Así, establecemos como hitos determinadas fechas, como si el resto de los días que componen todo un año no tuviesen ningún valor. Aunque me parezca estúpido, yo participo de esa estupidez. Por eso hoy, 24, un mes antes de que mi padre nos dejase ya hace siete años, lo recuerdo con la nostalgia y el cariño de un tiempo ya pasado que parece que ha forjado lo que soy hoy. Por eso el miércoles 27 recordaré también que hace siete año empezaste a dejarnos para siempre y que hace cuatro meses casi lo hago yo también. Ay, los números 24 y 27 me son fatales. Para Larra solo el 24.  Ya lo recogí aquí en su día y lo recuerdo hoy:

-Treinta y cuatro Nochebuenas, treinta y cuatro Nocheviejas, y treinta y cuatro Reyes.
-Y este año entonces, ¿qué vas a hacer? Te sentirás raro…
-Nada. No me voy a mover de casa en todo el santo día.

Esta conversación tenía lugar ayer, a eso de la una de la tarde, en un bar de la Avenida Cristobal Colón de Badajoz. Mientras mi café echaba humo y la cerveza de los de al lado parecía helarse por momentos, el camarero contaba sus planes para estas fiestas tras treinta y cuatro años trabajando en 
días tan señalados. “Es lo que tiene la hostelería”, pensaba yo.

Supongo que los planes de ese señor no discernían mucho de los de una, quien ya ayer sabía que, por decisión propia y con gusto, iba a pasar la mayor parte del día aquí, en casa, a pesar de que las calles y los bares se llenen de gente que aprovecha la ocasión para, en fechas tan señaladas, proclamar, con una copa de vino o una cerveza en la mano, sus mejores deseos. Yo, con mi hermana y mi hermano Sergio, unas cañas rápidas en el bar antes de venir a casa a leer, escribir y dormir un rato (en ese orden). Tendrá que ser así. No lo de las cañas rápidas, lo de aprovechar días celebrados en el calendario para levantarse con el ánimo de ser mejor persona y hacérselo saber al resto en un garito, mientras el humo, el ruido y el olor a fritanga hacen el resto. ¿Y los otros 364 días qué? De unos años para acá veo la navidad así; no con el dolor y el pesimismo de quien nunca fue partícipe de hacer grandes los días simples, sino con la certeza de que no hace falta una semana de fiestas para cerrar el año llenos de buenos sentimientos, propósitos y ganas de enmendar los errores cometidos durante todo un año. Así, como si los siete últimos días del año fuesen una especie de apocalipsis anunciada con la que nos vemos obligados a actuar de buen grado y con felicidad plena. Nego.

Una se acuerda de otros acontecimientos que relaciona con la muerte de su padre, como “La nochebuena de 1836” de Larra y el fallecimiento de Ramón Sijé, también en un día como hoy.

Yo imagino que ahora, a tus setenta años bien cumplidos, estarías haciendo lo de siempre sin más pretensión que disfrutar del día de hoy como de otro cualquiera. A estas horas, en el bar a escondidas tomando una copita de vino tinto o dando un paseo con la Leo. También podías estar en el arco, donde esta mañana no estabas cuando pasé con mamá y miré por si te veía. Ahora sí te veo, porque siempre que te escribo lo hago. Esta mañana te hubieses despertado temprano para dar tu paseo diario hasta la charca y, en un par de horas, cuando estemos reunidos mamá y tres de tus hijos, estarías en tu sillón de siempre cenando poco y pobre, pidiendo licencia por ser las fechas que son (para eso sí tenías en cuenta el calendario, ¿eh?) para tomar una copa de vino y despidiéndote temprano, a eso de las diez y media, con tu radio y tu botella de agua debajo del brazo camino del dormitorio. Sin más. Y hubieses sido tan feliz como cualquier otro día, con esa sonrisa de oreja a oreja que se dibujaba en tu semblante y provocaba que se te achinases los ojos y pareciera que te iba a reventar el pecho de felicidad.

Yo ahora escribo y leo mientras Mini se piensa que soy Carmen y hasta que no me oye hablar no quiere morderme; mientras mamá habla con Sergio y Chané; mientras confirmo que el tiempo y la vida pasan, nos guste más o menos. Y este blog es reflejo de lo que digo, porque el día 20 de este mes hizo un año de su apertura. Lo inauguré con una entrada dedicada a ti. Eso, de los recuerdos.  

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