lunes, 19 de marzo de 2018

Juan Gil-Albert

Hoy, mientras David desbloqueaba su móvil para acceder a youtube y poner la música que siempre pone cuando bajamos al depósito 3.2 (BC3, Tesis, etc), yo echaba un vistazo a los libros de la primera estantería. He encontrado varios de mi interés (parece que todos son de mi interés siempre), pero me he fijado, especialmente, en una “pequeña” colección titulada Premios Max Aub (a lo mejor no es este el título exacto). En uno de estos he leído el nombre de Juan Gil-Albert. Cuando he subido, ya instalada de nuevo (por poco tiempo) en la mesa que llevo ocupando desde noviembre, todos los días de 12:00-15:00 (en octubre de 18:30 a 21:30), he buscado información de este autor de la primera mitad del siglo XX. “Anda, si murió el mismo día que tú cumplías dos años”. Ya no me siento tan mal cuando leo un nombre que desconozco y lo único que puedo decir es que no, que me suena pero que no lo conozco; que no he leído nada de él. “Ya sí, Mabel, ¿o es que esta tarde es nunca?” Pues eso, que ya no me siento tan mal; lo tomo como una oportunidad que me regala la vida para aprender algo nuevo y acostarme ese día con mejor sabor de boca. Y para levantarme al día siguiente sabiendo que soy aún más ignorante, porque siempre voy a desconocer más de lo que me gustaría, más de lo que sé. Pues eso, Juan-Gil Albert, un libro, más libros, un depósito que huele a hogar y una tarde fría de marzo con sabor a poesía.

Las mentiras

                                         Tema para una canción

No puedo sino amaros
estrujando vuestras veleidosas acechanzas
sobre mi pecho estremecido,
porque ¿de qué otra cosa podría vivir?

Recordar la vida pasada
es como regar el huerto de vuestras sombras,
y suspirar por algo desaparecido
es levantar las ciegas estatuas de un jardín.

El desvarío es grande
e insensata la índole de mis sentimientos,
mas cuando un hechizo obra sobre un corazón,
¿quién puede disiparle esa áspera pena?

Verdad, verdad deseada,
en los labios engañosos del mundo
paréceme escuchar como posible
el eco de tu clemencia.

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