Hoy he estado en casa y "he visitado" uno de
los lugares donde tengo mis libros -no es una estantería- con la intención de
seleccionar uno para empezar a leer.
Mi vista se ha dirigido al lado izquierdo de ese rincón donde
guardo algunos de mis tesoros. Allí estaban: "La oscura historia de la
prima Montse" y " La muchacha de las bragas de Oro" de Juan
Marsé, un libro que contiene varias narraciones extraordinarias de Allan Poe,
"La vida es sueño" de Calderón de la Barca, "Las virtudes del
pájaro solitario" de Juan Goytisolo y " Eloísa está debajo de un
almendro" de Jardiel Poncela. Escogí
"La muchacha de las bragas de Oro" que, junto a otras de las obras
mencionadas anteriormente, adquirí en aquella librería de la plaza alta de
Badajoz a la que he hecho alusión en más de una ocasión en esta página.
Llevo leídas escasamente 60 páginas, y en estas he podido
bucear en la falsa realidad de Luys Forest, quien en una vieja casa familiar
situada en Calafell escribe sus memorias; unas memorias maquilladas que,
Mariana- su sobrina- trata de desmantelar para enfrentar a su tío con su
verdadero pasado. Mariana aparece caracterizada como una joven promiscua,
desinhibida y liberal; una joven que se siente atraída por su tío y pretende
seducirlo.
La lectura de este libro me ha permitido, además,
acercarme a la figura de Malcom Lowry, poeta y novelista inglés, y leer algunas
de sus composiciones, como la que reproduzco a continuación:
Por el placer de morir
Los tormentos del infierno son implacables, sus llamas
arden fieras.
Sin embargo, los buitres, encaran el viento con mayor
belleza
que las gaviotas planeando a la fresca luz del sol,
o que abanicos en manicomios ahuyentando un
espejismo de destino
en favor de una esperanza que jamás se aventuró tan
arriba
como la decepción vital, a horcajadas sobre el vuelo
del buitre.
Si la muerte puede volar, sólo por el placer de volar,
¿Qué no podría hacer la vida por el placer de morir?
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