viernes, 17 de noviembre de 2017

Diez

Hoy es 17 y esta mañana, nada más despertarme, ya lo sabía. Hoy es un día más en la vida de alguien que acostumbra a una rutina: levantarse, desayunar, prepararse e irse a la facultad dos o tres horas antes de entrar a trabajar, salir de trabajar, comer, dormirse un rato a la siesta, beberse un café ardiendo a media tarde (a veces acompañado de una pieza de fruta), trabajar (de otra manera), pasear, leer, cenar, y volver a leer y a dormir. Pero no; hoy, quizá, sea un día como otro cualquiera pero distinto. Tampoco es un día señalado en el calendario —para mi hermana sí, que me ha mandado un mensaje esta mañana para felicitarme porque es Santa Isabel (de Hungría; la de Portugal es el mismo día que mi cumpleaños; una casualidad interesante siendo una de Olivença)­—, un día que refiera un acontecimiento festivo o  inusual; o uno de esos días que, sin quererlo, se graban en la memoria e incluso en la piel. Aun así, siento que es distinto. Será porque nos han enseñado siempre a hacer la cuenta atrás desde diez. Pues eso, distinto.

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