Hay
noticias que te dejan de piedra, que hacen que te replantees tu vida, tu ser y estar en este mundo. No es algo
que ocurra todos los días —casi todos— pero, cuando ocurre, arrastra hasta lo más certero.
No es justo que pasen estas cosas…
Ahora —antes— escribo en el banco de
un parque con un delicioso ruido de fondo, el del agua corriendo por los
estrechos canales —pienso: “tienes que comprar ya otra libreta; solo te quedan
tres páginas en blanco”—. De vez en cuando se desliza una gota de agua
desde el árbol que me reguarda de la lluvia hasta mi cuaderno, para emborronar
y difuminar la tinta negra que da vida a estas letras. Me gusta, pero hacía
tiempo que no venía a este lugar que tanta paz me trasmite en días de tormenta. ¿Por qué nos negamos
continuamente aquello que nos produce bienestar y gusto? Vivimos bajo el yugo
de la mediocridad y nos autoconvencemos de que es así realmente como nos gusta
vivir. Rechazamos determinados placeres por convención y no por convicción.
Somos hipócritas con nuestras vidas, con nuestros sentimientos y con nuestra
forma de ser y existir.
Hoy no, hoy vuelvo a sentarme frente a mí para
recordarme que, por muy tópico que suene, vida solo hay una, por eso hay que
disfrutar de una tarde de lluvia bajo un techo de hojas verdes, de un apacible
paseo por un paraje de ensueño, de un café bien caliente, de un momento de
lectura y escritura, de una biblioteca desconocida, de un verso, de un poema,
de unos ojos que son poemas, de un poema que habla de unos ojos, de un abrazo,
de un beso, de una mirada…por eso observo cómo dos amigos se funden en un
abrazo mágico, cómo una chica fotografía, clandestinamente, a otra que camina y
lee, cómo una pareja de ancianos demuestra su amor en público, cómo la tormenta
es hermosa si sabemos ver que, como todo en la vida, es temporal, efímera.
Es por eso por lo que he decidido que a partir de ahora
diré más veces te quiero, no diré “no” a una cerveza con amigos poniendo de
excusa el cansancio, apreciaré la belleza de un amanecer, la magia de un
atardecer y la inmensidad de un anochecer. A partir de ahora haré saber siempre
a las personas que me importan cuánto me importan.
A partir de ahora, porque llegará el día en que el
destino nos niegue todo esto; llegará el día en que no podamos ser de verdad.
Llegará.
![]() |
Eloy Sánchez Rosillo |
![]() |
Jaime Gil de Biedma |
![]() |
Luis Alberto de Cuenca |
![]() |
Antonio Machado |
No hay comentarios:
Publicar un comentario