miércoles, 26 de abril de 2017

Condenados a ser

“Aquella experiencia de lo que la belleza tiene de intangible y sagrado nos acompañó ya para siempre. El deseo llevaba por penitencia a la propia y prohibida lujuria. Comprendimos algo del poder y las servidumbres de la voluntad, sufrimos la mirada del dragón que guarda el infinito, vislumbramos nuestra pobre condición, efímera y pobre, sí, pero con un toque trágico de divinidad. La muchacha imploraba. Sus labios entreabiertos, trémulos, que tanto podían contener una oración como una obscenidad. ¿Y no estarían diciendo tómame, pálpame, fóllame? Pero quedamos paralizados ante el cuerpo siempre inmerecido de la mujer. Nos hicimos mayores en aquel anochecer cuya última luz calentaba la semilla del futuro, de lo que estábamos ya condenados a ser: gente vulgar enamorada de un ideal difuso y entrecano. Y así, el sueño nos llevaba con gran sigilo hacia el despeñadero de la madurez.”

                                                           Retrato de un hombre inmaduro, Luis Landero




No hay comentarios:

Publicar un comentario