Hoy
he iniciado la lectura del número doble (121-122) de Turia, en la que aparece un texto inédito de Luis Landero y una
entrevista que Emma Rodríguez le hace al autor. Mi sorpresa ha sido encontrarme
al final de este texto una alusión a Antígona,
tragedia que fui a ver ayer a Mérida con mis alumnos de 4º de ESO. Maravillosa
casualidad. Landero expone lo siguiente:
[…] Pero, sobre todo, para la pobre y
admirable Antígona, a quien la abnegación filial en Edipo en Colono, y luego el deber moral en la obra que lleva su
nombre, le impidieron conocer los gozos del amor. Estas son sus últimas
palabras:
“y ahora la muerte
me lleva, tras cogerme en sus manos, sin lecho nupcial, sin canto de bodas, sin
haber tomado parte en el matrimonio ni en la crianza de los hijos, sino que,
abandonada por los amigos, infeliz, me dirijo viva hacia los sepulcros de los
muertos”.
Antígona
es la doncella a la que el destino le niega las dulzuras amorosas, y esa
usurpación forma parte también de su carácter trágico.
Sus
palabras no tienen desperdicio. Menciona a algunas de las mujeres que le han
seducido en la literatura y nos narra las escenas más gozosas y tristes que ha
descubierto gracias a los textos. Muy interesante.
Señala
la importancia de los detalles y las minucias que, a priori, carecen de
importancia. Es un amante de la pequeñas cosas -como yo- y deduzco que muy
sensible a la belleza, como yo también. Dice:
Si
nos fijamos, también la memoria, en la vida real, funciona así, con detalles
cargados de sugerencias, de significados. Recordamos un olor, un sabor, un
rostro, la pesadumbre de una lejana tarde de lluvia, el sonido de una campana,
y a veces es solo una sensación casi inefable, una sensación que es la
experiencia destilada en el alma y hecha ya sentimiento. A veces vivimos
sucesos ya importantes, y al final lo que queda son detalles que no parecían
destinados a perpetuarse, detalles un tanto caprichosos, y gracias a los cuales
podemos reconstruir nuestro pasado.
En
cuanto a la entrevista, nos permite conocer de forma más íntima y personal a
Luis Landero. En ella, además de hablar
de su condición de lector, escritor y de algunos otros temas, se preocupa por
la desoladora situación que atraviesa el país: la falta de motivación de los jóvenes
por la lectura ante la creciente demanda de las tecnologías, la decadencia de
la cultura, la despreocupación de las autoridades por la educación, la
conspiración que parece existir contra las humanidades, etc.
En
fin, unas declaraciones que al hilo de las últimas noticias sobre educación- la
desaparición de la asignatura de Literatura Universal en 2º de Bachillerato y en
la denominada recientemente EBAU - nos permiten constatar todo esto. Vergonzoso.
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