domingo, 15 de enero de 2017

Recuerdos


Mi hermana me ha despertado hoy a las ocho de la mañana para invitarme a recordar. Siempre la he admirado por la dedicación en su trabajo y la capacidad de adaptarse a cualquier otro. Es auxiliar de enfermería y trabaja en una residencia de ancianos en la localidad de Olivenza. Esta noche, como tantas otras antes, la han avisado para quedarse a cuidar a dos ancianos en una casa. Siempre dispuesta, y más cuando sus turnos de trabajo se lo permiten, ya que hasta hoy por la tarde no trabaja en la residencia. Aunque a decir verdad, eso nunca ha supuesto un problema para ella, porque es experta en cambiar turnos aunque luego le toque doblar. Pero no solo en el trabajo para el que se ha especializado, también en la hostelería, en la mejor fábrica de embutidos de mi pueblo, etc. En fin, lo que os decía, admirable.

A las ocho me ha escrito para decirme que, casualmente, le ha tocado cuidar a los suegros de I., profesor mío del IES Puente Ajuda en Secundaria y Bachillerato.  Antes de seguir leyendo, he soltado el móvil y, de repente, se ha dibujado una sonrisa en mi cara. Recuerdo sus clases con el cariño y la nostalgia de aquellos años adolescentes que ahora parecen quedar tan lejos. Sus inicios de clase siempre eran igual. A mí me gustaban, aunque, supongo, había quienes lo detestaban. Usaba los primeros minutos para hablarnos de coches antiguos, de los olivares que tenía en San Jorge de Alor y, a mí, me preguntaba a menudo por mi hermano Sergio, a quien había dado clases muchos años antes y quien después estudió laboratorio. Siempre le tuvo aprecio, no sé si por la estima que se tiene a quien comparte el gusto por la profesión. Recuerdo sus clases de Física y Química en tercero de ESO y las de Ciencias para el Mundo Contemporáneo en primero de Bachillerato. También recuerdo aquella excursión a Madrid en la que casi perdemos el avión, y no se me olvida la anécdota con la azafata de vuelo cuando le ofreció un refresco y unos frutos secos antes de despegar, y este le contestó: ¿no tenéis mejor un whiskyto?

Sigo leyendo. Mi hermana dice que I., le dijo que era una alumna “bastante mala y rebelde, pero que luego me volví buena” y que soy “una niña que si lo veo lo sigo saludando, otros alumnos no”. Me alegran sus palabras y volver a saber de él y me sigue gustando verlo pasear por Olivenza con su sonrisa tan particular. Y que siga siendo así por muchos años.


Gracias, Elena, por hacer posible esta entrada.  

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