martes, 28 de febrero de 2017

Martes de carnaval

Podría decir que mi vida es, últimamente, un cúmulo de casualidades inesperadas y emocionantes que hacen que mi existencia gire en una espiral de desconcierto. Ayer encontré uno de mis pendrives que llevaba un tiempo desaparecido (¡anda, yo perdiendo cosas, qué raro!). En él estaban mis apuntes de Literatura Contemporánea de 4° de carrera, entre los que se encontraban los concernientes a la trilogía Martes de Carnaval de Valle Inclán. Quizá suene a estupidez absoluta pero a una persona algo romántica le gusta creer que los ha encontrado ese día, y no otro, por algo. Un día antes de martes de carnaval. Y sobre todo cuando lo más sensato en los tiempos que corren sería utilizar el esperpento para realizar una descripción fiel de nuestra sociedad actual. Bueno, en realidad, poca falta hace, la situación es bastante grotesca y desafortunada ya de por sí.

¡Qué pena!

Pero no, no hay que llorar, que la vida es un carnaval, y las penas se van cantando.

viernes, 24 de febrero de 2017

Hogar, dulce hogar

Entre otras cosas, volver a casa sabe a esto. 

Cáceres

Cáceres, un viernes cualquiera a las 16:00 horas de la tarde :)

Abraham Gragera en el Aula José María Valverde

Siempre tengo argumentos para estar en contra de algo. Mi carácter inconformista, salvaje y rebelde viene de serie. En este caso son dos.

Primero: Una profesora de secundaria (creo) le ha preguntado a Abraham Gragera que cómo cree que debe fomentar el gusto de la lectura de la poesía en sus alumnos. Este, honestamente, ha contestado que sin ser profesor de secundaria cree que debe fijarse en cada alumno de manera individual e incentivar sus gustos. Estamos hablando de una clase en la que hay, aproximadamente, 25-30 alumnos y un máximo de 50 minutos de tiempo. Bonita utopía…

Segundo: “mientras haya lectores de poetas habrá poesía”. Ha pronunciado estas palabras Abraham Gragera el día 23 de febrero de 2017 en el Aula José María Valverde en el Palacio de la Isla de Cáceres. No compro su teoría,  yo voy con Becquer y con su rima IV:

No digáis que agotado su tesoro,
De asuntos falta, enmudeció la lira:
PODRÁ NO HABER POETAS; PERO SIEMPRE
 HABRÁ POESÍA.

Mientras las ondas de la luz al beso
 Palpiten encendidas;
Mientras el sol las desgarradas nubes
 De fuego y oro vista;
Mientras el aire en su regazo lleve
Perfumes y armonías,
Mientras haya en el mundo primavera,
¡Habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
Las fuentes de la vida,
Y en el mar o en el cielo haya un abismo
Que al cálculo resista;
Mientras la humanidad siempre avanzando
No sepa a dó camina;
Mientras haya un misterio para el hombre,
¡Habrá poesía!

Mientras sintamos que se alegra el alma
  Sin que los labios rían;
Mientras se llora sin que el llanto acuda
  A nublar la pupila;
Mientras el corazón y la cabeza
 Batallando prosigan;
Mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡Habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
Los ojos que los miran;
Mientras responda el labio suspirando
Al labio que suspira;
Mientras sentirse puedan en un beso
Dos almas confundidas;
Mientras exista una mujer hermosa,
¡Habrá poesía!

Aun así, me ha encantado leer Adiós a la época de los grandes caracteres y El tiempo menos solo. He disfrutado muchísimo con la lectura de estas obras y estoy deseando comprarme la nueva que está a punto de salir.

Además, después de escuchar varios de los poemas de la voz creadora de los versos que tanto me han deleitado, he compartido un momento mágico con grandes amigos.

Ayer ya intuía que hoy iba a ser un buen día, pues cuando me desperté vi un correo de I.R., una de mis profesoras de la facultad. En él me felicitaba, entusiasmada, por mi destino de prácticas, y  me recordaba que, en sus clases, había sido una alumna sobresaliente.  Me apasiona la literatura, a pesar de haber tenido mejores notas en las asignaturas de lengua y lingüística en la carrera. En literatura he conseguido mis mejores calificaciones con ella y con J.L.B, pero en la nota final no se ha reflejado esto siempre porque, la mayoría de las veces, la asignatura ha sido compartida por dos profesores. Bueno, recuerdo que en primero de carrera obtuve también un 9 en literatura hispanoamericana.

En fin…el correo de I.R. aparecía bajo el título de casualidades emocionantes y el día de hoy, y esta semana, ha estado llena de ellas.


Pronto cierro esta etapa de mi vida, me da pena y miedo a la vez. Estoy jugando mis últimas cartas. Quizá hoy haya jugado las últimas en ciertos aspectos…



jueves, 23 de febrero de 2017

23-F, golpe de suerte en mi vida

Recuerdo tu llegada aquel día de 2011. No fue en septiembre como la de los demás, fue en octubre. Un mes tarde. Ya sabes lo que dicen, que lo bueno se hace esperar. Llevo la friolera de seis años repitiéndote lo mucho que me alegro de que se frustrara tu sueño para que el mío se hiciese realidad (¿de verdad seré yo amiga?).  Tu no entrada en la carrera que ahora se llama Estudios ingleses y la oportunidad perfecta para que Mabel encontrase en aquella aula 27 la amistad verdadera.

Todavía recuerdo recorrer toda la Avenida Antonio Hurtado para esperarte en la esquina el primer día que íbamos a salir juntas de fiesta. No sabía entonces lo importante que llegarías a ser hoy para mí.

La vida pasa. Ahora no estás aquí en Cáceres, conmigo, pero siempre que voy por la Avenida Alemania nos veo a las dos en tu portal, hablando, mientras las horas corren y nosotras no nos damos cuenta. Hemos salido de clase a la una y son las cuatro y todavía no hemos comido. Así un día y otro, durante todo un año. Tú me abrazas con tus palabras y tu sonrisa y, desde el silencio, me hablas y te preocupas por mí. Así durante todo un año. Así durante todos estos años.

Gracias por tanto a cambio de tan poco. Gracias por tanta luz en los momentos de oscuridad y por tanta paz en los momentos de tormenta.

Solo puedo recordar ahora las palabras que R., mi profesora de ética y filosofía en el IES Puente Ajuda, nos dijo en 2º de bachillerato: “es en la carrera donde haréis vuestros verdaderos amigos. Con ellos compartiréis vuestra pasión, horas de estudio, inquietudes, ilusiones, estrés, dedicación… “. Yo he tenido la suerte de compartir mucho más: crecimiento y vida, mucha vida. Gracias.





Quizá no sean nuestras mejores fotos (creo que pocas tenemos decentes) pero somos nosotras y a mí me basta. 


miércoles, 22 de febrero de 2017

El lirismo absoluto

“Quisiera estallar, hundirme, disgregarme, quisiera que mi destrucción fuese mi obra, mi creación, mi inspiración; quisiera realizarme en el aniquilamiento, elevarme, mediante un ímpetu demente, por encima de los confines, y que mi muerte fuese mi triunfo. Quisiera fundirme en el mundo y que el mundo se fundiera en mí, que juntos tuviésemos en nuestro delirio un sueño apocalíptico, extraño como una visión del final y magnífico como un gran crepúsculo. Quisiera que naciesen de la materia de nuestro sueño esplendores enigmáticos y sombras conquistadoras, que un incendio total devorase el mundo y que sus llamaradas provocasen voluptuosidades crepusculares tan complicadas como la muerte y fascinantes como la nada. Para que el lirismo alcance su expresión suprema son necesarias tensiones dementes. El lirismo absoluto es el lirismo de los últimos instantes. La expresión se confunde en ellos con la realidad, se vuelve todo, se convierte en una hipóstasis del ser. No ya objetivación parcial, menor e incapaz de revelaciones sino parte integrante de nosotros mismos. A partir de entonces no son importantes solamente la sensibilidad o la inteligencia, sino también el ser, el cuerpo entero, toda nuestra vida con su ritmo y sus pulsaciones. El lirismo total no es más que el destino llevado al grado supremo del conocimiento de s mismo. Cada una de sus expresiones es un trozo de nosotros mismos. De ahí que solo lo experimentemos en los momentos esenciales, en los que los estados expresados se consumen al mismo tiempo que la propia expresión, al igual que el sentimiento de la agonía y el fenómeno complejo de morir. El acto y la realidad coinciden: el primero no es ya una manifestación de la segunda, sino ella misma. El lirismo como una tendencia hacia la auto-objetivación se sitúa más allá de la poesía, del sentimentalismo, etc. Se parece más a una metafísica del destino, en la medida en que coinciden en él una actualidad total de la vida y el contenido más profundo del ser a la búsqueda de una conclusión. Por regla general, el lirismo absoluto tiende a resolverlo todo haciéndolo girar alrededor de la muerte. Pues todo lo que es capital tiene algo que ver con la muerte.”



 En las cimas de la desesperación, E. Cioran

Islas Cíes, 2015



domingo, 19 de febrero de 2017

Del tiempo


“La clave es el tiempo. Se puede conseguir cualquier cosa con tiempo”

No recuerdas la película en la que escuchaste estas palabras hace apenas unos meses pero lo que sí recuerdas es haber tenido la sensación de que todo a tu alrededor se detenía por momentos. El tiempo también.

Recuerdas los días posteriores con una amargura insostenible porque un actor que ni siquiera recuerdas de una película que ahora no logras identificar, consiguió dar respuesta a preguntas que, aunque no planteadas, vivían en ti desde hacía años.

Siempre habías soñado con tener más tiempo. Le pedías tiempo al tiempo y, de manera inconsciente, todo tiempo era para ti insuficiente, escaso.

Aquel lluvioso día de 2012,  que ahora parece tan lejano, terminaste volviendo de madrugada, aunque tenías que regresar por la tarde. Era la una de la madrugada y seguías allí. Retrasaste el tiempo, quisiste perder el autobús para conseguir más tiempo. Era la una de la madrugada…

Era la una de la madrugada y habías conseguido algunas horas más. Y allí estabais tú y él, cogidos de la mano, mientras los demás dormían. Él y tú, en silencio, mientras el tiempo corría, suave y a la vez furioso; mientras el frío quemaba y era su mano la única capaz de calmar el dolor que se había instalado como un altar en lo más profundo de tu corazón.

Siempre habías necesitado y querido tiempo, deseado tiempo. Tiempo para hacer y deshacer, tiempo para crecer, para vivir, pero sobre todo tiempo para creer;  para creer cuando todo estuviese oscuro, como ahora, porque de tu viaje sin retorno, en el tiempo, solo queda vacío. A ese al que te precipitas cuando su ausencia te golpea con fuerza. Porque el hecho de reconocer que se ha ido para siempre, para todo el tiempo, te hace aún más vulnerable, y es por eso por lo que repudias la realidad en la no está y te sumerges en el sueño al que acudes siempre que quieres tenerlo cerca.

Es por eso por lo que eres de letras y no de números, y por lo que te hubiese gustado ser primera y no última. Así hubieses tenido más tiempo y no menos, aunque ahora tuvieses menos y no más, pero siempre menos es más cuando se trata de lo importante. Pero no, ahora tú tienes más pero jamás más de ese tiempo que siempre habías querido, y si al final sigues teniendo más siempre, será siendo siempre igual de doloroso...









Disfrutar

Piensa
-o mejor
no lo pienses-
que esto que
te parece sin brillo
brilla
con el único brillo de este único instante
y que
hay algo en él de suspensión

de tiempo

detenido.
                                          
                                            Diez mandamientos, Ada Salas

sábado, 18 de febrero de 2017

en tu Ninguna

"Más que a los ritos de los sacerdotes
me recuerdas a Ulises en su pantomima 
me recuerdas a Nadie
aunque tú estás más sola en tu Ninguna 
eres como el extremo 
de una nube delante de la luna
parece que te mira con ansia Polifemo
tan barroca
parece que la noche toda es boca"

El tiempo menos solo, Abraham Gragera 📖💭



Dibujo de Sara Herranz
 Yo
Últimamente
Y siempre
 Tal que así. 





Nuestros nombres

Ahora

imagina que fuésemos capaces de renunciar a cualquier ilusión,
incluso a la de ser inmunes a las ilusiones.
Que callamos, y al callar descubrimos que el silencio también lo
disfraza todo.
Que todo lo que existe tiene un nombre para cada cosa que
existe y existimos, porque las cosas saben cada nombre
que cada una de ellas nos ha dado. Imagina
que al pronunciar un nombre, una sola palabra , recordásemos,
lo que las olas insinúan, con sus innumerables lenguas, a los
peces reunidos a la luz de los últimos reflejos, como oscuras
sinapsis extraviadas
esta tarde de  marzo: que nosotros también fuimos dichos, que
nada de lo dicho pertenece a quienes administran las palabras,
que verdad
es lo que no se puede poseer y, por tanto, somos verdad ahora,
al decir nuestros nombres como las cosas los dicen, sabiendo
que callar es poco hospitalario con los que ya no tienen qué
decir.
Imagina que fuésemos capaces
de encontrarnos en lenguas que no han nacido aún, que nuestra
larga canción de despedida de un miedo
más profundo
el de la permanencia, de donde las palabras nacen.
Que todo nacimiento es un perdón.
Mirar como se miran las cosas entre sí.
O este amor animal del que volvemos, sabiendo que no hemos
perdido el mundo pero sospechando
que nunca merecimos su belleza       

El tiempo menos solo, Abraham Gragera


  
Quizá sea hoy un buen día para iMAginar…









martes, 14 de febrero de 2017

Poética del nombre: la cáscara

He asistido hoy a la conferencia que ha dado Vicente Luis Mora en el aula 31 de la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres sobre las “Formas de desdoblamiento subjetivo en los poetas del grupo del 27: de la máscara a la cáscara”.

A mí hoy me apetece hablar de esa cáscara.

Cuando mis cuatro hermanos se enteraron de que íbamos a ser uno o una más en la familia, eligieron cada uno un nombre y lo echaron a suerte. Elena solo recuerda que a ella le gustaba Irene, de modo que se enfadó cuando supo la que iba a ser mi cáscara. Dice que también escribían nombres masculinos porque todavía no sabían si iba a ser niño o niña.

Un día o dos después de hacer el sorteo con los papeles, mi abuela, la madre de mi padre, enfermó e ingresó de urgencias en el hospital. Era mucho el tiempo que llevaba diciéndole a mis padres que fuesen a buscar otra niña, que a ella le gustaría tener otra nieta, y así no dejaban sola a la Elenita con tres muchachos. Mis padres acordaron que cuando saliese del hospital le darían la noticia, y en varias ocasiones le dijeron que estaban esperando que se recuperase para contarle algo que seguro le haría muy feliz. Murió el 15 de noviembre de 1991.

Mi padre decidió, entonces, que me llamaría María Isabel, como ella, y mi tía Casilda también le pidió a mi madre que me pusiese el nombre de su madre. Mi hermano Sergio dijo que de ser así me llamarían Mabel, que era un nombre más juvenil. Y Mabel fue y es mi cáscara.

Mi madre, tan detallista siempre, me ha contado, en reiteradas ocasiones, que fue un 4 de octubre, en la feria del pueblo, cuando mis padres decidieron ir a buscarme y que justo nueve meses después nací.

Mi abuela se fue sin conocer a la nieta que tanto deseaba y yo sin escuchar las historias que todos los nietos han tenido la oportunidad de escuchar de los labios de sus abuelos. Mis hermanos siempre han jugado con ventaja en esto del tiempo, espero que no sea una suerte en la que sean ellos siempre los privilegiados. Me hubiese gustado tanto nacer la primera…

En fin… mi cáscara. Estoy encantada, y ¡qué casualidad!, cuando supieron que iba a ser una niña ya sabían que iba a llamarme como mi abuela y al final acabé naciendo el día de Santa Isabel (de Portugal), aunque nunca nadie me felicite por mi santo y sí todo el mundo por mi cumpleaños.



Ma(ría) (Isa)bel 



lunes, 13 de febrero de 2017

Deleite para mis oidos

Llevo más de una hora, con los cascos puestos, escuchando canciones de Manolo García desde el portátil y haciendo Playback con una botella de agua en la mano, mientras mi compañera de piso, Yoana, ve una serie también desde su ordenador con los cascos puestos.

He buscado por internet si viene de gira y, para mi desgracia, no. Estaba dispuesta a ir a cualquier sitio, sola, con tal de volver a escucharlo en directo otra vez. Por ahora no habrá una tercera vez.  Maldita sea. Seguiré haciendo el tonto desde una silla pegada a la calefacción o cantando con la música a todo volumen y aporreando el volante cuando voy en el coche.  

Hoy me quedo con Vendrán días y Lápiz, Tinta. Aunque llevo escuchadas más de 15 (Con los hombres azules, somos levedad, prefiero el trapecio, para que no se duerman mis sentidos, una tarde de sol, saldremos a la lluvia, como un burro amarrado en la puerta del baile…).

[…]
Porque un alma que mora en la sala de los pasos perdidos
es la furia vencida, cáscara vacía de un dolor exacto.
Déjame beber de ti en los labios de mujer extraña,
que hoy necesito el calor de unos brazos
que apaguen mi vana esperanza.
Déjame desnudo de recuerdos. No los necesito.
Que hoy necesito buscarte sin miedos, en otros rostros
buscarte.
Dame un lenguaje sin palabras para abrigarme que tengo frio.
Dame besos y caricias olorosas y descalzas.
Dame un mundo sin palabras que yo respire porque me ahogo.
Dame besos y caricias sinceras o mercenarias.
Déjame que escuche esa guitarra que hoy me falta el aire,
que hoy necesito besar otros labios creyendo que beso tus
 labios.
Déjame perdido en la noche que hoy el dolor duele,
que hoy necesito buscarte sin miedos, en otros rostros
 buscarte.
Déjame que escuche esa guitarra que hoy me falta el aire.



[…]

Libro, nube, ese es mi descanso.
árbol, fuente, cada vez que despierto.
ser durmiente. en la espuma de un antojo camuflarse.
para completa inocencia,
en las calderas del sueño divagar.
Que los días se van, río son.
ahora quiero sentir, caminar.
ahora quiero pintar, percibir
el color de esa flor que se marchitará.
Pinto, verdes parajes de belleza desolada,
vivo lo efímero y su valor.
bebo, apuro desperdicios de mi vida,
me recojo en la templanza de la tregua que me da
la anestesia del recuerdo.




Cierro la noche escuchando cuatro canciones de Los secretos (Pero a tu lado, ojos de gata, déjame, agárrate fuerte a mí María) con la lluvia de fondo. ¡Qué fácil ser feliz a veces!


domingo, 12 de febrero de 2017

Julio Cortázar


Hoy se cumplen 33 años de la muerte de Julio Cortázar.

Empecé hace poco a leer Rayuela (Andrés, A. (Ed). (2007). Rayuela. Madrid: Cátedra)   pues, como dije en una de mis entradas anteriores, siempre llego tarde cuando se trata de cosas importantes.
Es una lectura que me va a llevar bastante tiempo porque no soy capaz de leer una página sin detenerme a anotar algunos fragmentos que consiguen cautivarme. Su manera de decir es tan apasionante que podría pasarme horas y horas leyendo el mismo fragmento. Supongo que esto no lo entiende todo el mundo o, bueno, quizás nadie… el caso es que así no hay quien avance.  

Copio aquí algunas de las palabras que deleitan los oídos de todo aquel que haya tenido el placer de sumergirse en estas páginas:

“Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo del dentífrico." (pp. 119-120)

“[…] Aun así no nos buscaríamos en nuestras casas. Preferiríamos encontrarnos en el puente, en la terraza de un café, en un cine-club o agachados junto a un gato en cualquier patio del barrio latino. Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos." (p. 120)

“Nunca te llevé a que Madame Léonie te mirara la palma de la mano, a lo mejor tuve miedo de que leyera en tu mano alguna verdad sobre mí, porque fuiste siempre un espejo terrible, una espantosa máquina de repeticiones, y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro." (p. 122)

“Como no sabías disimular me di cuenta en seguida que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos." (p. 124)

“No estábamos enamorados, hacíamos el amor con un virtuosismo desapegado y crítico, pero después caíamos en silencios terribles y la espuma de los vasos de cerveza se iba poniendo como estopa, se entibiaba y contraía mientras nos mirábamos y sentíamos que eso era el tiempo." (p. 132)


El temporal cacereño me invita a continuar leyendo hoy esta obra. Adoro la lluvia (aunque sea la persona más friolera del mundo) y leer los días lluviosos en la cama. Otro de mis muchos vicios confesables...

sábado, 11 de febrero de 2017

Las macetas de mi madre


Antes de venir hoy para el pueblo he recordado lo importante que es hacer saber a nuestros seres queridos lo mucho que los queremos. He ido a una floristería que está situada en la Av. de Cánovas y le he comprado a mi madre una maceta. Llevo varios años regalándole en las fechas señaladas una maceta y algo más. Pocas son las veces que he decidido comprarle otra cosa, porque soy de las que piensa que si se conoce de verdad a una persona es muy fácil hacerla feliz. Mi madre tiene el patio de mi casa plagado de ellas, y sonríe cuando las riega. En verano, pasea continuamente descalza por el corral con la manguera en la mano, y el Cholito y la Leo corretean a su alrededor. Yo los observo siempre. Es una estampa muy divertida y tierna. Las macetas de mi madre saben su vida mejor que yo y seguro que son más amables con ella cuando decide cantar flamenco dulcemente, pues ellas nunca se quejan y yo sí que lo hago.  

Le ha gustado. Le he dicho, riéndome, que es mi regalo por el día de los enamorados y ella dice que ese día quiere que le regale otra (¡qué remedio!).

Le he dicho que para que vea que no solo le doy disgustos, y me ha contestado, riéndose ahora ella:

-No te creas, que hace poco llegó una cartita con una denuncia del Golf. Dossientos euros (la s tan característica de Olivenza)  la broma.

Al final había sido todo un susto. La multa era del 15 de diciembre de 2016, aunque la carta haya llegado ahora. Ese día la grúa se llevó mi coche en la calle León Leal de Cáceres. La deuda estaba saldada meses antes de que tú te enteraras, mamá.




viernes, 10 de febrero de 2017

Ada Salas en la Fundación Helga de Alvear

Esta tarde he tenido el placer de estar en el Centro de Artes Visuales Fundación Helga de Alvear de Cáceres en la presentación de dos libros de Ada Salas: Escribir y borrar, y Diez Mandamientos.  José Luis Rozas y Miguel Ángel Lama han presentado a la autora haciendo un recorrido sublime por su obra y, tras esto, Ada Salas ha cerrado el acto con la lectura de esos diez mandamientos que Miguel Ángel define como “diez propuestas verbalizadas poéticamente en veintidós poemas”.  La lectura de estos estaba, además, acompañada de los dibujos de Jesús Placencia. Precioso.
Como ha dicho José Luis Rozas “a veces yo, que no escribo, me siento escrito por Ada, o siento que ella escribe por mí”.
Esto es lo que me ha pasado a mí cuando ayer me descubrieron uno de sus poemas. Hoy he buscado información sobre ella y su poesía. En este poema que ayer me descubrieron y que la autora publica en 1997, la muerte de su padre se convierte en un referente obligado.

A qué región me llegaré a buscarte
ahora que reposas a mi lado
en forma de deseo
hombre
cuya belleza apenas
conocía. Cada día me ciñe
su cilicio de ausencia.
Me has herido de vida desde toda
tu muerte

y no hay sueño bastante a tu vacío
                                                                       La sed



Ahora recuerdo una conversación que tuve hace poco con un amigo. Me quejaba porque quería leer varias cosas a la vez y no tenía tiempo. Estoy con Rayuela (Julio Cortázar), La vida negociable (Luis Landero), En las cimas de la desesperación (E. Cioran) y poesía (Miguel Hernández, Goytisolo, Lorca, Gil de Biedma…). He pasado por Pléyades al salir del acto y el libro Diez mandamientos estaba agotado. Tendré que esperar hasta la semana que viene para seguir sumando lecturas que nunca podré acabar y coleccionando libros hasta que mi madre decida echarme de casa.