viernes, 3 de febrero de 2017

La vida negociable

Sí, La vida negociable; tan negociable diría yo…

A penas llevo leídas unas páginas de esta, la nueva novela de Luis Landero y, para mi no sorpresa, ya estoy completamente enganchada a ella.

Recuerdo cuando preparábamos el acto de graduación en 2015 y se nos ocurrió la idea de grabarnos diciendo una cita de una de las obras de un autor que habíamos leído a lo largo de la carrera. Desde el principio supe que iba a elegir Retrato de un hombre inmaduro de Luis Landero y, tras darle la lata un poco a Esmeralda, pude recitar la frase a la que acudo tantas y tantas veces desde que leí la obra en 2013:

“La vida es extraña, ¿no cree usted? Pero de cualquier modo nos gusta vivir. Bueno, en mi caso he de decir que la vida me gusta no tanto en el momento de vivirla como después, cuando la recuerdo y puedo recrearme en los detalles que con la fugacidad y el fragor del presente no tuve tiempo de saborear…”

Ahora, sigo leyendo.

Podría pasarme los días devorando estas páginas sin otra preocupación; entregada al vicio, en la cama, encerrada en estas cuatro paredes.

Reproduzco un fragmento de la novela:

“Pero lo que realmente nos gustaría, y lo habíamos hablado ya varias veces, era irnos de casa a recorrer mundo y a vivir aventuras sin fin. Lejos, muy lejos, porque cuanto más lejos nos fuésemos más libres y dichosos seríamos. Tomaríamos un tren de larga distancia para estar lejos cuanto antes, y luego iríamos a pie y en autostop y de polizones en barcos y en trenes de carga, por toda España, por Europa, y hasta es posible que nos marchásemos a América o a África, sin más equipaje que nuestras mochilas y nuestro valor y nuestra ansia de libertad, sin necesidad de un hogar, de una patria, de una  lengua, porque todos los hogares, las patrias y las lenguas serían nuestras, y nada en la tierra nos sería ajeno, y no nos sentiríamos extranjeros en ninguna parte. A lo mejor nos instalábamos por una temporada en un lugar, pero luego seguiríamos nuestro viaje interminable, a lo que saliese, siempre sin rumbe, comiendo lo que encontrásemos al paso, no importa qué, viviendo de los prodigios que nos deparase el camino. Ese sí que era un plan grande y atrevido, más incluso que el de colono o el de millonario, y fácil de realizar, por cierto, porque lo único que necesitábamos era atrevernos a hacerlo, como los mendigos y vagabundos que veíamos a diario en las calles, atreverse a ser pobres y a vivir de prestados."







2 comentarios:

  1. Yo aún tengo muy presente el fragmento que recitaste de Luis Landero en el vídeo de graduación. No sé si será porque eres la primera que sale o porque me gusta demasiado el fragmento. De todos modos, es un recuerdo muy bonito.
    Me estoy enganchando a los fragmentos que estás publicando del nuevo libro de Landero, por lo que me entran muchas ganas de leerlo. ¡¡Parece muy estupendo!!

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