martes, 7 de febrero de 2017

El amor, pura tura

“Ese día aprendí que, igual que en un instante uno puede llegar a convertirse en un canalla o en un santo, alguien puede también llegar a aprender y a sentir de golpe lo que un sabio quizá no consiga adquirir en una larga vida consagrada al estudio. Entonces comprendí por qué el amor aparece representado por Cupido, hijo de Marte, el dios de la guerra, por qué lleva los ojos vendados y por qué sus armas son el arco y las flechas, y por qué se habla de las heridas mortales del amor. En un momento conocí el dolor insufrible, los celos, la insignificancia y la grandeza, la esperanza más loca y la desesperanza más atroz, la alegría de crear y construir y la euforia ante una posibilidad devastadora apocalíptica, la inspiración y la torpeza, la seguridad de sentirme capaz de todo, de las tareas más esforzadas, capaz de esforzar las acrobacias más difíciles, de dar saltos mortales, de brincar por sobre las estatuas y las cabinas telefónicas, y de bajar al fondo del mar y a los más peligrosos abismos, pero también de convertirme de repente en una sabandija y desaparecer astuto, escurridizo, hacia el subsuelo legamoso, mi verdadero medio natural…” 

La vida negociable, Luis Landero. 

Imagen de Sara Herranz

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