sábado, 11 de febrero de 2017

Las macetas de mi madre


Antes de venir hoy para el pueblo he recordado lo importante que es hacer saber a nuestros seres queridos lo mucho que los queremos. He ido a una floristería que está situada en la Av. de Cánovas y le he comprado a mi madre una maceta. Llevo varios años regalándole en las fechas señaladas una maceta y algo más. Pocas son las veces que he decidido comprarle otra cosa, porque soy de las que piensa que si se conoce de verdad a una persona es muy fácil hacerla feliz. Mi madre tiene el patio de mi casa plagado de ellas, y sonríe cuando las riega. En verano, pasea continuamente descalza por el corral con la manguera en la mano, y el Cholito y la Leo corretean a su alrededor. Yo los observo siempre. Es una estampa muy divertida y tierna. Las macetas de mi madre saben su vida mejor que yo y seguro que son más amables con ella cuando decide cantar flamenco dulcemente, pues ellas nunca se quejan y yo sí que lo hago.  

Le ha gustado. Le he dicho, riéndome, que es mi regalo por el día de los enamorados y ella dice que ese día quiere que le regale otra (¡qué remedio!).

Le he dicho que para que vea que no solo le doy disgustos, y me ha contestado, riéndose ahora ella:

-No te creas, que hace poco llegó una cartita con una denuncia del Golf. Dossientos euros (la s tan característica de Olivenza)  la broma.

Al final había sido todo un susto. La multa era del 15 de diciembre de 2016, aunque la carta haya llegado ahora. Ese día la grúa se llevó mi coche en la calle León Leal de Cáceres. La deuda estaba saldada meses antes de que tú te enteraras, mamá.




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