sábado, 18 de febrero de 2017

Nuestros nombres

Ahora

imagina que fuésemos capaces de renunciar a cualquier ilusión,
incluso a la de ser inmunes a las ilusiones.
Que callamos, y al callar descubrimos que el silencio también lo
disfraza todo.
Que todo lo que existe tiene un nombre para cada cosa que
existe y existimos, porque las cosas saben cada nombre
que cada una de ellas nos ha dado. Imagina
que al pronunciar un nombre, una sola palabra , recordásemos,
lo que las olas insinúan, con sus innumerables lenguas, a los
peces reunidos a la luz de los últimos reflejos, como oscuras
sinapsis extraviadas
esta tarde de  marzo: que nosotros también fuimos dichos, que
nada de lo dicho pertenece a quienes administran las palabras,
que verdad
es lo que no se puede poseer y, por tanto, somos verdad ahora,
al decir nuestros nombres como las cosas los dicen, sabiendo
que callar es poco hospitalario con los que ya no tienen qué
decir.
Imagina que fuésemos capaces
de encontrarnos en lenguas que no han nacido aún, que nuestra
larga canción de despedida de un miedo
más profundo
el de la permanencia, de donde las palabras nacen.
Que todo nacimiento es un perdón.
Mirar como se miran las cosas entre sí.
O este amor animal del que volvemos, sabiendo que no hemos
perdido el mundo pero sospechando
que nunca merecimos su belleza       

El tiempo menos solo, Abraham Gragera


  
Quizá sea hoy un buen día para iMAginar…









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