Cierro,
del verbo cerrar. Ahora la ventana de un documento que lleva por nombre un
título nada sugerente ni motivador, para escribir esto mientras suenan
canciones o la Banda Sonora de alguna película. Cierro, que sería solo una metáfora de lo que realmente tengo que
cerrar en estos momentos; de lo que tengo que hacer con este “espacio
interior”, que no es otra cosa que disponer que “no tenga comunicación directa
con el exterior, no dejando aberturas o cubriéndolas, tapándolas”. Cierro, sí, del verbo cerrar. Capítulos,
etapas, situaciones, círculos viciosos y sentimientos. Cierro, sí, del verbo cerrar, pero cierro para abrir. Para abrir
la puerta al perdón y a la reconciliación. A mí y conmigo misma. Abro, sí; la ventana para mirar el sol.
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