lunes, 7 de agosto de 2017

De Jaci y Pijoaparte

Como casi siempre, tomo notas y escribo en cualquier lugar para después abandonar a su suerte lo que surge en este proceso de escritura. Las palabras, relegadas entonces a un último plano, acaban desapareciendo o convirtiéndose en estúpidos asuntos que a nadie interesan.

El 20 de julio de este mismo año empezó a cocerse el texto que adjunto a continuación. Eso sí, no estaba acabado pero pretendo terminarlo hoy, 7 de Agosto.

Hay apodos que ilustran no solamente una manera de vivir, sino también la naturaleza social del mundo en que uno vive.

El pasado viernes terminé de leer otra vez- la había leído ya en octubre de 2015- No encontré rosas para mi madre de José Antonio García Blázquez. Mientras el calor del que fue uno de los peores días de todo el verano- en lo que a temperatura se refiere- bronceaba el cuerpo de los jóvenes que se exponían gustosamente al sol, yo leía plácidamente en la sombra y, cada media hora, aproximadamente, me daba un baño. En la lectura de aquellas horas bochornosas y asfixiantes que casi me derriten el poco juicio que parezco poseer últimamente, descubrí las múltiples similitudes que guarda Jaci- personaje de la novela de García Blázquez- con el Pijoaparte de Marsé, su creación estrella. Si, además, tenemos en cuenta que Últimas Tardes con Teresa fue publicada en 1966 y No encontré rosas para mi madre en 1968, la hipótesis parece cobrar más fuerza y sentido. Solo dos años de diferencia en los que García Blázquez trazó la personalidad de Jaci teniendo en cuenta- quizá- la esencia de un personaje tan celebrado por la crítica como Pijoaparte. 

Pijoaparte es un canalla, un caradura, un impostor, un trepador y un ladrón que intenta seducir a Teresa para aprovecharse de ella. Jaci presenta las mismas características que este y también seduce a una mujer, Natalia, para aprovecharse de su fortuna. También es cierto que las motivaciones que los lleva a actuar de este modo son distintas, a pesar de que ambos pretenden ascender socialmente a cualquier precio. Pijoaparte desea la aceptación y el reconocimiento de una clase social, mientras Jaci aspira a esto para poder darle una mejor vida a su madre.Otro aspecto que relaciona a ambos personajes es la idea que tienen de la vida; el trabajo no está entre sus vicios y les es más fácil conseguir dinero sin reparar en los medios, por viles que sean. Así, como Pijoaparte desea robar los pendientes y el cofrecillo de joyas de Maruja- criada de Teresa con la que mantuvo un idilio-, Jaci idea un plan con dos amigos de Elia para asaltar a Natalia, robarle sus joyas, y hacer que parezca un atraco en medio de la inmensidad de la noche. Otro dato en común es la intención de engañar y robar a extranjeras; intención que estos personajes profesan en algún episodio de la novela.

Teresa y Natalia podrían equiparse también en lo que al carácter se refiere; Marsé y Blázquez construyen a sus dos personajes femeninos teniendo en cuenta el mismo molde: una joven universitaria, y revolucionaria que, en cuestiones académicas, se manifiesta contra todo aquello que le parece injusto o no es de su gusto. La diferencia entre ambas es la posición económica: Teresa es una joven adinerada que vive con sus padres, mientras Elia vive con sus dos amigos en un ático y recurre, también, a algunas bajezas para conseguir dinero.

Seguimos.

 La muerte de una joven enamorada del chico malo no es solo un suceso que tiene lugar en Últimas tardes con Teresa bajo el personaje de Maruja. En No encontré rosas para mi madre, la hermana menor de Natalia se enamora, también, de Jaci y su destino es, igualmente, funesto; muere embazara de este.  

Es importante señalar otros datos de interés como que la acción de las dos novelas trascurre en Barcelona y que, a lo largo de estas obras, aparecen reiteradas alusiones a la apariencia física de los personajes protagonistas de la novela.

Tendré que volver algún día a estas dos obras para leerlas con minucia y encontrar, seguro, más elementos en común. Algún día.

Por ahora solo puedo decir que Pijoparte y Jaci cojean del mismo pie.

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