“Me
parece que está todo. ¡Ah! Añadiré, para que no venga a reanimarme: «Estaré
lejos cuando lea estas tristes líneas; pues he querido escaparme lo más pronto
posible a fin de evitar la tentación de volver a verla. ¡No es debilidad!
Volveré, y puede que más adelante hablemos juntos muy fríamente de nuestros
antiguos amores. ¡Adiós!» Y había un último adiós, separado en dos palabras:
«¡A Dios!», lo cual juzgaba de muy buen gusto.”
Madame
Bovary, Flaubert.
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