lunes, 14 de agosto de 2017

Diario de una viajera (I)

 Pusimos el despertador- en su defecto, la alarma del móvil- a las 06:30 de la mañana para salir temprano. Todos los días hacíamos el mismo recorrido: cinco o diez minutos andando hasta La Cartonnerie, cogemos un bus que nos lleva a Gare Thiers y, desde ahí, un tren hasta Gare de Lyon, en París.  Una hora aproximadamente. Ese día tuvimos que hacer “dos trasbordos” para llegar a Versalles, pero a las 10 de la mañana estábamos ya allí. Bebimos un café en la estación y decidimos ir andando hasta el palacio de Luis XIV. Veíamos cómo toda la gente cogía el autobuses pero yo dije: “¿Mejor vamos dando un paseo, no?”  El paseo fue placentero. Disfrutar de unos pasos en una ciudad ajena y desconocida es más que una maravilla, es un continuo aprendizaje a nivel cultural y, por supuesto, personal. En una calle vimos una librería de antigüedades, miré a Jorge y le dije: “Bueno, venga, mejor nos pasamos después que si no vamos a llegar muy tarde; acuérdate de la calle en la que está”.  Llegamos a Versalles y no solo nos impresionó la estructura y aspecto de aquel palacio de ensueños, sino la cola que había para acceder al interior. Nosotros no esperamos mucho, sinceramente; ventajas de ser una caradura.  El lugar por dentro es tan sugestivo como sus grandiosos y emblemáticos jardines, donde me dormí una siesta apacible mientras Jorge velaba mi sueño y observaba la inmensidad de aquel paraje. Después, volvimos a la estación, caminando otra vez, con la intención de toparnos con la librería que dejé pendiente al principio de la mañana. Para volver, elegimos un trayecto distinto al que hicimos cuando llegamos a Versalles y, al principio, creí que no encontraríamos aquella librería. “Pues hasta que no la encontremos no me voy de aquí” dije, con semblante triste y serio. Gracias a la buena orientación de Jorge la encontramos. Una maravillosa librería llena de libros antiguos, periódicos, discos y otras antigüedades. Volvimos, y después de una encantadora tarde en París, regresamos a DLL.

El  domingo salimos con la intención de hacer la misma ruta hasta llegar a la ciudad del amor- absurdo tópico-.  Tras más de 10 minutos esperando al autobús, Jorge se acordó de que Zakarías le había comentado que los domingos no circulaban estos. Volvimos a casa con la intención de contactar con un uber que quisiera llevarnos a la estación. Ninguno; no era rentable, pero sí lo era acercarnos a París por el módico precio de 60 euros. Ante este imprevisto, Zakarías decidió enseñarnos un palacio que estaba a tan solo 15 minutos en coche. Jorge conducía y él, de copiloto, cantaba agarrando la muleta como si fuese un micrófono. Yo, atrás, con la ventana bajada, observaba aquellos campos verdes que me trasladaron a Galicia. A Jorge también. “Hace un año estábamos haciendo las maletas para irnos al norte de España- pensé- ¡cómo pasa el tiempo!”. Y pasa, y no se detiene por nada ni por nadie. Llegamos a Vaux-Le Vicomte y accedimos al interior por la entrada dispuesta para minusválidos. Cogimos unas audioguías e iniciamos la visita.  Me sorprendió escuchar, entre otras cosas, lo siguiente:

                        El día de la inauguración de Vaux, el 17 de agosto de 1661, el joven Luis   XIV     quedó deslumbrado y probablemente se le reveló como una obra de arte    perfecta en todas         sus partes y lograda bajo la dirección de un solo hombre. Fue        en Vaux donde concibió el     proyecto de Versalles, que confío al equipo de         Fouquet.
                        En Vaux se encuentran todos los detalles que darían la fama a la     arquitectura y a los jardines franceses.

Una casualidad emocionante y sorprendente. Dos días antes habíamos visitado Versalles sin tener idea de esto.

Y ahora, no sé por qué, se me viene a la cabeza un poema de Luis Muñoz que leí el otro día; Un paisaje de gentes:

Estar así fundido en el paisaje.
Ser parte de él.
Una hebra prendida,
una gota de un curso,
un pequeño motor
del movimiento.

No ser tan sólo uno,
ser uno entre los otros,
es esa irrigación
que das y dan los otros.














Sí, ciudadana de un lugar llamado mundo. 

2 comentarios:

  1. He vuelto a estar allí por un momento... 😍

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  2. Todo esto es gracias a la palabra que nos permite viajar al pasado de manera gustosa.

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