Hace un par de semanas me topé con un libro en
la mesa del hall de la biblioteca (Monográfico de Gerardo Diego, en Cátedra
Nova, N°4, diciembre 1996, 1500 pts). Estaba esperando dueño. En este caso
dueña; fui y soy yo.
Es una obra que requiere una lectura pausada y crítica, pues son muchos y muy diversos los capítulos que la componen.
He abierto el libro por la página 133 (“Genio y
figura de Gerardo Diego”, por Julián Martín Martínez) y lo primero que leo es que
este, Gerardo Diego, uno de los poetas de la llamada "brillante
pléyade", nació el 3 de Octubre de 1896, la "víspera de San Francisco de Asís", patrón de mi pueblo. Nació, también, noventa y cinco años y un día antes de que mis
padres me fuesen a buscar.
Leo ahora el capítulo "el vanguardismo de Gerardo Diego en la España de los años veinte" de Félix Rebollo Sánchez, situado justo detrás de uno escrito por uno de mis profesores de la universidad ("El elemento lúdico en Gerardo Diego: entre la transcendencia y lo deportivo", de J.L.B).
Me ha gustado descubrir que este halló hasta nueve definiciones de lo que él consideraba como poesía, una para cada musa. Nos presentan, en este monográfico, la novena:
"Creer lo que no vimos, dicen que es la fe. Crear lo que nunca veremos, esto es la poesía".
A continuación, se expone lo siguiente:
Pero yo no sé , si, como escribe el poeta, la poesía es la "palabra incorruptible; quizá en esto, San Juan de la Cruz con "un no sé qué que queda balbuciendo", o la "palabra en el tiempo" machadianamente hablando, o la "desnudez toda" de Juan Ramón Jiménez, completan de manera más certera ese ámbito tan difícil, muchas veces, de descubrir.
Preciosas y sugerentes nociones sobre la poesía.
Y entonces yo, emulando a Bécquer, digo: "¿Qué es poesía? ¿y tú me lo/ preguntas?/Poesía...eres tú".
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