martes, 7 de marzo de 2017

La sombra en el jardín

 Carlos me ha regalado este libro de Santiago Corchete Gonzalo titulado La sombra en el jardín. A las dos de la tarde me amenazó. Reproduzco aquí nuestra conversación vía whatsapp:

-¿Vas a venir un rato antes a tomar café?

-No puedo, no me da tiempo.

-Me caes fatal; ya no te doy un regalo

-Seguro que es un bombón que te han dado y no te gusta.

-¿Segura? Tú sabrás…

Sabía que fuese lo que fuese iba a acabar dándomelo. Esta vez no era un bombón de higo, era algo mucho más especial, más emotivo. Aun así, me ha costado dos horas y media de ruegos conseguir que me lo diese. Gracias, amigo, sabes cómo conquistarme y hacerme feliz: un libro de poesía en una edición preciosa de color azul, mi color preferido.

Lo abro y tras una cita del Ulysses de Joyce, se presenta el primer capítulo (“Coloreando”) que aparece acompañado de la máxima Horaciana Ut pictura poesis- como la pintura, así es la poesía- conclusión que anuncia el autor al comienzo de la Epístola a los Pisones:

            Si un pintor quisiera añadir a una cabeza humana un cuello e introdujera plumas variopintas en miembros reunidos alocadamente de tal modo que termine espantosamente en negro pez lo que en su parte superior es una hermosa, ¿podríais, permitida su contemplación, contener la risa, amigos? Creedme, Pisones, que a ese cuadro será muy semejante un libro cuyas imágenes se representen vanas, como sueños de enfermo, de manera que pie y cabeza no se correspondan con una forma única. Pintores y poetas siempre tuvieron el justo poder de atreverse a cualquier cosa. 
Esta relación de literatura y arte se instrumenta a través de la figura retórica de la écfrasis, figura sobre la que realicé dos trabajos el año pasado en el Máster de Investigación en Arte y Humanidades; uno sobre tres poemas de Quevedo, y otro sobre Retrato oval de Edgar Allan Poe.
Me sorprende la cantidad de analogías que puedo establecer últimamente. Casualidades emocionantes; maravillas.  

Reproduzco ahora aquí dos de los poemas que me han cautivado de esta, la obra que me ha regalado mi amigo:

(Ut pictura poesis)

La belleza es verdad multicolor;
al entrar en la habitación del Arte
todo el mundo irrumpe los latidos
de su respiración
y lo real se vuelve imaginario:
que cada quién elija su canción,
su religión, su dios y su esperanza.

Vivir es concretar y concretarse,
ser óleo de humildad
que cuelga en las paredes el rectángulo
pequeño de su propia desnudez
para gozo y escarnio de los hombres.




Las palabras son círculos sin centro,
al que buscan por todos los rincones
sin lograr encontrarlo. Tú también
eres orilla y lado, periferia,
siempre anhelo de voz y nunca vértice.

En esta teoría de los símbolos
las palabras viajan; tú, con ellas,
sé sonoro y audible, no te pares
a contar las heridas ni a coser
los rasguños que afean tu ropaje:

vivir es ir gastando los sonidos

para aliviar los ayes del recuerdo.  




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