Hace unos días mentía
diciendo que era el último.
He estado esta mañana
en la Librería Boxoyo. Una gozada. Como el paseo, en soledad, hasta llegar allí.
En
tercero de carrera, cuando tuve la asignatura Barroco II, compré los libros de
poesía de Quevedo y Góngora pero no el de Lope de Vega, el primer autor del que
nos examinamos. Se me echó el tiempo encima y tuve que acabar fotocopiando el
libro y leyendo así este. Recuerdo perfectamente el Ciclo de Senectute, la Gatomaquia,
y la ardua guerra de Lope contra Pellicer.
He
encontrado hoy una edición facsimilar preciosa de las Rimas humanas y divinas del Licenciado Tomé de Burguillos que se ha
venido conmigo al Residencial el Carmen. Prometo que es el últ…
Estaba sentada en el suelo observando los libros de esa librería de ensueño cuando un señor
mayor, encantador, se ha acercado y me ha preguntado si pueden pedirse libros
por encargo. Sí, me ha confundido con la dependiente de la tienda. Le he
contestado que yo era simplemente una clienta que estaba observando el material,
pero que necesitaba sentarme para verlo mejor. Ha sonreído. He estado a punto
de decirle que si esa fuera mi tienda no vendería ni un ejemplar.
La
semana que viene empieza mi experiencia como predocente. Tengo que explicarles
a mis alumnos de 1º de bachillerato la poesía barroca (¿coincidencia?). Seguro
les encantará ver esta joya que no puedo dejar de observar…
¡Qué
vicio!
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