Ayer
fue el día mundial de la poesía.
También
el cumpleaños de Carmen, a quien de pequeña apodaron “Mini-Mabel”. La tercera. Catorce
añitos ya. Tita por tres; tita de tres. ¡Qué felicidad! Y más felicidad aun
cuando empiezan a dibujarse sus rasgos y son similares a los tuyos, cuando
descubres que hasta la mancha de nacimiento está ubicada en el mismo lugar de
vuestros cuerpos (con la única diferencia del tamaño). Pero ella es siempre una
versión mejorada, muy mejorada.
Fue
también mi primer día de prácticas como docente en el IES Profesor Hernández Pacheco.
Caras nuevas. Tuve la impresión de que les interesaba lo que les estaba
contando (¡sabe Dios cuan bien mienten!) y me hicieron sentir tan bien que los
nervios tan estúpidos que llevo arrastrando los cuatro años de carrera y dos de
máster, desaparecieron por completo. Dos sesiones con jóvenes participativos y
lindos; muy lindos. Me hubiese quedado allí contándoles cualquier estupidez
aunque no llevase nada más preparado…con ellos, en el día mundial de la poesía.
Leyendo algunos versos, seguro.
Ayer
fue también el día mundial del Síndrome de Down. Recuerdo las lágrimas de Elena
aquel caluroso día de verano. Es un ángel,
dije. Lo dije sin conocerlo;
conociendo solo a sus padres y sabiendo que no podría haber nacido en una familia mejor. Cuando lo vi supe que lo que
había dicho días antes era completamente cierto. Adrián es luz. También conocí unas
semanas antes de acabar las clases del MUFPES, en un viaje desde la cruz hasta la facultad, a un chico con
Sindrome de Down que cogió el autobús en múltiples.
Se sentó conmigo y puso color a un día que hasta entonces estaba siendo muy gris
para mí. Me preguntó qué música estaba escuchando. Me quité los cascos y
mantuvimos una conversación muy amable e interesante. Cuando me di cuenta, él
tenía que bajarse en su parada y yo me quedaba sola y triste otra vez.
Gracias.
Ayer
fue el día mundial de la poesía y Sandra y yo fuimos al acto que se celebró en
la Biblioteca Pública de Cáceres (Antonio Rodríguez-Moñino y María Brey). Como
dijo Eduardo Moga, no hay mayor reivindicación en el día mundial de la poesía
que leerla y escucharla. Y a eso fuimos.
Y
hoy ya no es el día mundial de la poesía pero la vida sigue siendo poesía. Lo
ha sido caminar desde casa hasta la estación de autobuses bajo la atenta mirada
de quienes quizá no entendían que, con un paraguas en la mano, prefiriese
disfrutar bajo la amable lluvia. Y es
que “tú dices que amas la lluvia, sin embargo usas un paraguas cuando llueve”.
Hoy sigue siendo poesía. Lo ha sido hacer un
viaje de una hora en autobús escribiendo parte de esta entrada y leyendo la antología
de poetas de los cincuenta que compré la última vez que estuve en Boxoyo. Pandémica y Celeste (Que sus misterios,/
como dijo el poeta, son del alma,/ pero un cuerpo es el libro en que se leen./)
de Gil de Biedma. Sublime.
Hoy
sigue siendo poesía. Lo será esta tarde cuando vuelva a una de mis librerías preferidas
de Badajoz; esa que quise visitar la semana pasada y estaba cerrada. Entre
libros, inteligencia e historias. Perfecto.
Hoy
sigue siendo poesía. Lo será cuando vuelva a casa a recoger mis volúmenes de
Quevedo y Góngora para explicar la Lírica Barroca la semana que viene a
mis alumnos.
Hoy
sigue siendo poesía… hoy y siempre, poesía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario