Es fuerte, valiente, independiente y, aunque
últimamente no mucho, totalmente seguro de sus capacidades. Así es un leo según
el zodiaco. Así es mi hermano Sergio, que nació un 16 de agosto de 1981.
Cuando yo era pequeña y él tenía unos 16 años
no me tenía mucho aprecio. Odiaba que no pudiese parar quieta ni un segundo; ni
siquiera para comer. Tampoco le
gustaba tener que llevarme siempre con sus amigos cuando mi madre lo empujaba
porque me quedaba llorando en casa si no lo hacía. Él y mi hermana Elena se
veían obligados siempre. Mi hermano Chané y mi hermano Fay quizá menos porque,
por la edad, lograban, quizá, escaparse mejor para no tener que aguantarme.
Eran aquellos años en los que yo tenía una amiga invisible llamada Cocacola.
Recuerdo aquel dormitorio con literas y estrellas
luminosas en el techo para que la niñata miedosa y cobarde pudiese dormir
tranquila. Nunca te importó. Tampoco que me despertase de madrugada cada dos
por tres para irme a la cama de nuestros padres, y que encendiese las luces en
reiteradas ocasiones. Sí, era pesada sí. Más que mis pesadillas...
Ahora sí quería llevarme con él. A la Pacha de
Torrevieja, por el casco antiguo de Badajoz, las nocheviejas en el pueblo,
algunas fiestas en Olivenza, aquellos días de pizzas y york-quesos en el cerro
gordo con cierto gordo (:P), y las millones de anécdotas que podría contar aquí
si quisiera que esta entrada no tuviese fin.
Él, fuego; yo, agua, según el zodiaco,otra vez. Aunque no lo parezca, nos compenetramos perfectamente. Cuando él arde, yo corro, en su ayuda, para apagarlo. Cuando el agua me arrastra y me lleva, él siempre está para socorrerme y darme calor. Estaremos siempre ahí, el uno para el otro. Estoy segura; él también lo está. Me lo dice mucho; últimamente más. Por eso le tomo la palabra. Tiene que estar, y para estar, hay que ESTAR. SER y ESTAR.
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